martes, 1 de abril de 2008
“EL ECLIPSE"
ANÁLISIS SEMIÓTICO
ARGUMENTO
Fray Bartolomé Arrazola, se pierde en la selva poderosa de Guatemala, se siente desolado y desprotegido únicamente espera su muerte, su pensamiento lo lleva a España particularmente al convento de Los Abrojos, en donde Carlos V baja de su eminencia para decirle que confiaba en su labor redentora religiosa. Cuando él despierta se ve rodeado de indígenas que lo quieren sacrificar, al manejar un poco la lengua nativa de los indígenas se recuerda que ese día habrá un eclipse total del sol, les dice a los nativos que si lo matan él podía hacer que el sol oscureciera, su intención era salvar su vida, sin imaginarse que dos horas después su corazón chorrearía de sangre sobre la piedra de los sacrificios.
EL CONFLICTO
El querer utilizar su talento, cultura universal y su arduo conocimiento, para engañar a los indígenas sorprendiéndolos con el eclipse que ese día ocurriría y así evitar que lo sacrificaran.
LAS SECUENCIAS
Situación Inicial
Disfórica: Fray Bartolomé Arrazola, ante su ignorancia se sienta a esperar la muerte, pierde la esperanza y se aísla con el pensamiento de su realidad.
PROCESO
Se encuentra rodeado de un grupo de indígenas que lo quieren sacrificar ante un altar, y al tener un poco de dominio de la lengua nativa de los indígenas se dispone a impresionarlos con su talento, astucia y cultura universal acerca del eclipse que ocurriría ese día.
SITUACIÓN FINAL
Eufórica: Fray Bartolomé Arrazola, espero confiado y los indígenas
OPOSICIONES
Vivir – Morir
Tranquilidad – Intranquilidad
Conocimiento – Ignorancia
Superior – Inferior
Creencia - Incredulidad
Engañar – indígenas
TIEMPO
Pasado, Presente
ESPACIOS
La Selva Poderosa de Guatemala
El sitio en donde realizaban los sacrificios
MENSAJE IDEOLÓGICO
La superioridad con la que Fray Bartolomé Arrazola, pretendió enfrentar a los indígenas, haciéndoles creer que el podía oscurecer el sol, lo hizo quedar como un estúpido, sin imaginarse la inteligencia de los nativos ante este hecho en el cual ellos tenían registradas las fechas en las que se producirían los eclipses solares y lunares. El error de Arrazola, fue sin duda la superioridad y la arrogancia.
domingo, 30 de marzo de 2008
Análisis Semiótico de La Casa Tomada de Julio Cortázar
Argumento
Los personajes principales Irene y su hermano (el narrador) viven en una casa en donde guardan mucho cariño ya que es una herencia familiar que les dejaron, la limpieza de la casa es dividida entre de ellos lo cual hace que los hermanos puedan ocupar su tiempo y así sentirse aliviados en descargar todo, realizando la limpieza de la misma. Mientras Irene teje y su hermano encuentra gusto en la literatura, él se levanta para preparar la Pavita de Mate una tradicional bebida de Argentina, él escucha ruidos y le cuenta a su hermana Irene que han tomado una parte de la casa, mientras tanto ellos se dan cuenta que han perdido muchos objetos de su casa, con el tiempo se han apoderado de la casa en su totalidad y los hermanos prefieren irse llevándose únicamente las llaves de la casa y cerrándola con llave para que nadie pueda entrar a la misma.
Conflicto
La autoritaria con la que dispusieron y se apoderaron de la casa, logrando así que los hermanos no puedan habitar en ella tranquilamente.
Secuencias
Situación inicial: Irene y su hermano habitan tranquilamente en toda la casa en donde guardan muchos recuerdos bonitos de su infancia.
Proceso: Durante la narrativa la casa es tomada por partes, mientras los hermanos tratan de ignorar lo que está aconteciendo.
Situación final: Los hermanos son obligados a salir de su casa debido a que está fue tomada en su totalidad, llevándose consigo únicamente las llaves para cerrarla.
Oposiciones
Irene y su hermano - Unión
Los hermanos – Los que toman la casa
Herencia – Perdida
Tranquilidad – Inestabilidad
Alegría – Tristeza
Espacios
La cocina
La sala
Los dormitorios
Baño
Los pasillos
Tiempo
Mensaje Ideológico
Izquierda, Comunista
CASA TOMADA DE JULIO CORTÁZAR
Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le daba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos a mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos pocos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y como nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes de que llegáramos a comprometernos. Entrábamos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por los bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.Pero es de la casa que me interesa hablar de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetir sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor llenos de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas.No necesitábamos ganarlos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene sólo la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso. Como no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban nuestros dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y al baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no daba la impresión de los departamentos que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y en los pianos.Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad. Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:- Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo. Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados. - ¿Estás seguro?Asentí.- Entonces - dijo recogiendo las agujas - tendremos que vivir en este lado. Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en retomar su labor. Me acuerdo que tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco. Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene extrañaba unas carpetas, un par de pantuflas que tanto la abrigaban en invierno. Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de la cómoda y nos mirábamos con tristeza.- No está aquí.Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido del otro lado de la casa.Pero también tuvimos ven tajas. La limpieza se simplificó tanto que aún levantándonos tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados.Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensábamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar al tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradillo de papel para que viese algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar. (Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba enseguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta.Irene me decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer al cobertor. Nuestros dormitorios tenían al living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.A parte de eso estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y en el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay mucho ruido de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.) Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro. No nos mirábamos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuertes pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancelé y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.- Han tomado esta parte - dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? - le pregunté inútilmente.- No, nada.Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa
domingo, 16 de marzo de 2008
domingo, 9 de marzo de 2008
"A la izquierda del Roble"
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.
El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
como en Millán y Reyes galopan los tranvías.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños,
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.
Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fanáticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.
Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico.
Ayer llegó el otoñoel sol de otoño
y me sentí feliz como hace mucho qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano
ahora
ya lo sabés
te quiero
pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño
hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entrar en tus ojos
dejame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puede ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.
Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.
Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico.
Vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo despierta con la lluvia.
Ahora la última nube ha resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.
El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nadar desesperadamente.
Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.
Ustedes pueden irse.Yo me quedo.
domingo, 2 de marzo de 2008
Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sueños aún a veces las tumban Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un collar infinito para tus blancas manos, suaves como las uvas.
COMENTARIO POEMA 5
Este es un poema muy bonito en donde se le recita al ser amado y le expresa de modo figurado lo que son sus palabras para ella. Las palabras más delicadas como huella en la arena, que poco a poco le suaviza la voz. Reconoce que hay palabras duras que han formado un tipo de herida en donde ella tiene parte de culpa y él se ve obligado a decirle ya que a él también le duele, el desea que las discusiones terminen, lo único que él ha querido decir en todo su discurso es que se amen sin pelear porque para él ella es su todo.
Poema 10
Hemos perdido aún este crepúsculo. Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas mientras la noche azul caía sobre el mundo. He visto desde mi ventana la fiesta del poniente en los cerros lejanos. A veces como una moneda se encendía un pedazo de sol entre mis manos. Yo te recordaba con el alma apretada de esa tristeza que tú me conoces. Entonces, dónde estabas? Entre qué genes? Diciendo qué palabras? Por qué se me vendrá todo el amor de golpe cuando me siento triste, y te siento lejana? Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo, y como un perro herido rodó a mis pies mi capa. Siempre, siempre te alejas en las tardes hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.
POEMA 15 "ME GUSTAS CUANDO CALLAS"
COMENTARIO POEMA 15 “ME GUSTAS CUANDO CALLAS”
Como ya lo había comentado anteriormente el escritor expresa su gran admiración por la belleza de la mujer que está durmiendo en su cama o simplemente que está a su lado le susurrar en un poema, o lo medita en su corazón, lo escribe, o se lo dice en voz baja y que aún dormida le arranca un suspiro. Comparara cada gesto y cada movimiento de la mujer con algo sublime y hermoso como la creación en su estado de reposo, como lo es la noche. Acaricia cada uno de sus movimientos, solamente con los ojos y los enmarca con cosas inalcanzables: una estrella, una mariposa. El la mira como si hubiera muerto pero realmente, solo está durmiendo.
POEMA 20
COMENTARIO POEMA 20
En este poema el joven-adulto, recuerda de su primer amor, de su gran ilusión, como por las noches recorrían el espacio juntos y en el mismo se perdían. Pero ahora solo le inspira la noche sola y fría, queriendo escribir los versos que emanan de su corazón al ver que no pudo quedarse con su amada, que la quiso pero que ya no la ama. Como ausente a su alrededor, encerrado en su tristeza oye un canto, tal vez que le recuerda a ella o solo lo desconcentra, con el recuerdo quiere traerla nuevamente a su realidad pero no es posible. El se conforma solo con cantarle no importando donde este o con quien este, solo sabe que la misma noche que lo cubre a el es la misma que la cubre a ella, pero por el tiempo transcurrido ya no son los mismos.
domingo, 24 de febrero de 2008
"BOLERO" Julio Cortázar
En donde él piensa que no basta entregar más de lo que ya dio por que lo ha dado todo, ella piensa exactamente lo mismo. Dieron todo sin condición pero sin lograr llenar ese vacío que existía en cada uno, él lo expresa, más ella lo demuestra.
Orgullo y arrogancia son los candados que han encontrado en sus vidas para dar rienda suelta a nuevas experiencias emocionales. Todo se volvió una costumbre, una rutina, solo palabras a las que ya estaban cansados de escuchar, no encontrando satisfacción alguna por que se dieron cuenta que piensan igual, es decir, no hay agua, no hay fuego, los dos se queman o los dos se ahogan.
Hasta tener intimidad se les hace molesto, pesado, desagradable, insípido que ni el verse desnudos encontraban emoción. Es verdad! La costumbre es más fuerte que el amor.
Me gusto mucho y creo que algún día podré ser lectora modelo de Cortázar…
“BOLERO”
Qué vanidad imaginarque puedo darte todo, el amor y la dicha,itinerarios, música, juguetes.Es cierto que es así:todo lo mío te lo doy, es cierto,pero todo lo mío no te basta como a mí no me basta que me des todo lo tuyo.
Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, la tarjeta postal, si no somos capaces de aceptar que sólo en la aritmética el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte.
Muy bueno!!!
"ME GUSTA CUANDO CALLAS"
El escritor expresa su gran admiración por la belleza de la mujer que está durmiendo en su cama, hamaca, o simplemente que está a su lado y empieza a susurrar en un poema, ya sea en su corazón, escrito a puño o en voz baja y que aún dormida le arranca un suspiro. Empieza a comparar cada gesto y cada movimiento de la mujer con algo sublime y hermoso como la creación en su estado de reposo, como lo es la noche. Acaricia cada uno de sus movimientos, solamente con los ojos y los enmarca con cosas inalcanzables: una estrella, una mariposa. El la mira como si hubiera muerto pero realmente, solo está durmiendo.
POEMA XV ME GUSTAS CUANDO CALLAS
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía;
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto